Soy la persona más optimista que os podáis echar a la cara. De los de la botella medio llena. Por más adversa que sea la situación siempre pienso que se puede revertir. No os hacéis ni puñetera idea de cuanto.

Cuanto mi cuñado tuvo el accidente de tráfico las palabras literales de los médicos fueron «estado vegetativo crónico». Crónico significa para siempre. Pero hubo uno que no se lo creyó. Y hoy puedo putear a mi cuñado con el último resultado de su equipo de futbol que no es el mío.

Si leíste LA HISTORIA DE UN BIDON también sabrás de mi/ nuestro pequeño «milagro reproductivo». Tampoco me rendí a la evidencia.  Yo seguí pensando que todo era susceptible de mejorar y ayer el «Ratoncito Perez» el muy cabrón le robo el chupete a nuestra hija con dos años y medio.

¿Por qué te cuento todo esto? Porque el otro día estuve reflexionando sobre mi próxima maratón. Sera en Sevilla. El objetivo marcado es hacer 3 horas 32 minutos. Nueve minutos menos que en Barcelona. De repente me asalto un pensamiento.

Es cuestión de estadística.

Simplemente eso. Cada maratón que corro me acerca peligrosamente a esa que me de una cornada de tres direcciones. Quizá mi forma de correr #tractorismo ( correr 15 segundos por encima del ritmo que por entrenamiento quizá pudieras correr) me salvara un par de asaltos más. Pero todo me ha ido tan rematadamente bien, que quizá un día todo vaya mal.

Hay un viejo refrán motero que dice que hay dos clases de motoristas:

1- Los que se han caído.

2-Los que se van a caer.

Esta claro que es totalmente extrapolable a los maratonianos. Los que se dieron con el muro, y los que nos vamos a dar.  En cierto modo tener esa certeza tranquiliza mucho. No me pillara de sorpresa. Sonreiré pensando: «Coño Angel,¡vaya potra has tenido hasta ahora!

Reitero, no es cuestión de miedo. Soy una persona optimista como te he contado.Es cuestión de estadística. Escribir esta entrada me sirve de psicólogo. De prepararme mentalmente para cuando todo no sea de color de rosa. Porque tengo claro que ese día llegara. Es cuestión de estadística.

Y en ese momento ( sea en el maratón de Sevilla o en Berlín o Atenas 2017) tratare de recordar que he sido muy afortunado. Que he visto caer amigos por el camino de la salida. También los vi caer en el kilometro 24, en el 35, en el 39. Que siempre es un puto milagro que todo salga bien. Y por aquel entonces yo ya llevare 5,6 o 7 «milagros». Pero que era cuestión de estadística. Toreare lo mejor que me sea posible pensando que es maratón, pero solo son números, cifras. O quizá sea mucho más que eso. Y esa incertidumbre, lo digo siempre, ES VENENO ADICTIVO.

Cuestión de estadística.