EL ENCANTO DE LO SENCILLO.
CORRIENDO DE MADRID A SEGOVIA 2016 (EPISODIO I)
Correr o avanzar (porque andar cuando conviene te acerca también a tu objetivo) 102 kms no es cosa fácil. Son más de 150000 pasos en los que cualquier traspié te puede dejar fuera de carrera. Dice la estadística de la Madrid Segovia del 2015 que uno de cada cuatro corredores no lo conseguiría y una de cada diez corredoras tampoco llegaría a meta. Ser macho alfa se cobra su precio en estas carreras. Es una ruleta rusa donde los machos ibéricos solemos tener más papeletas. Un mono con un revólver. Una caída tonta, un golpe y la carrera te dice que hoy no es tu día. Y eso me hace valorar más lo logrado. Mucho.
Pero hasta aquí llegan las palabras grandilocuentes sobre mi carrera. Y me gustaría comenzar a hablaros de EL ENCANTO DE LO SENCILLO. Porque dentro de la dificultad arriba mencionada la Madrid –Segovia es una carrera de 102 kms que entra dentro de las catalogadas “sencillas”. Por poner un ejemplo para que pongáis en perspectiva esta última afirmación aporto que suma 2200 metros de desnivel positivo frente a los 6800 de, por ejemplo de los 110kms de Ultrapirineu. Incluso la hermana pequeña de Ultrapirineu, su maratón de 45kms que hice en 2015 suma 2400m. Como veis es un paso ideal intermedio entre la distancia de maratón (en asfalto o montaña) y las grandes ultras de montaña.
Lo más difícil en ocasiones es hacer sencillo lo complicado. El encanto de lo sencillo. Porque en realidad si te paras a pensar fríamente que tienes que avanzar 102 kms parece una cosa de locos. Un viaje que en coche apenas supone una hora a ti en el peor de los casos te supondrá 21.Digo avanzar porque para el que no lo sepa, para los que piensen que estamos 102 kms corriendo, no es así. Calculo a groso modo fui corriendo/trotando un 70% de la carrera aproximadamente. El resto se busca la forma más económica de avanzar. Y a veces andar te acerca más rápido a tu objetivo que correr. Resulta paradójico, pero es así. Y en estas batallas de ritmo y de distancia el tener buena cabeza y elegir “lo correcto” es casi más importante que una buena genética. Si en esta cuesta me suben las pulsaciones corriendo, pues ando. Es sencillo. Es el encanto de lo sencillo. Parece una perogrullada, pero no está de más recordarla para el corredor popular en este tipo de carreras. Estoy muy orgulloso de ese porcentaje 70-30. Lo estoy porque era mi plan. Un plan “adoptado”, tengo que confesar. El estratega fue mi compañero Raimundo que en un plan ambiciosísimo nos ponía en 14 horas en meta y en un día malo pero aceptable respecto a nuestro entreno en 16 horas. Me plante en meta en 14 horas y 54 minutos. NOT BAD 😉
La sensación continua que tuve en la Madrid Segovia es de retorno a la juventud. Donde las cosas sencillas tenían un valor incalculable. Ese primer roce de la cintura de la chica que te gustaba. Ese primer beso mal dado. Esa sencilla mirada de complicidad. El encanto de lo sencillo. Fue recordar esa época de tu vida donde preparabas la mochila para pasar el día en el campo con los amigos en una edad tan temprana que parecía una aventura enorme. Y a eso me recordaron las caras de susto que teníamos en la salida. Juanvi, Rai, Maite, Jaime… casi todo mi entorno debutaba en 100 kms y las risas nerviosas dominaban el ambiente. Son las 5:30 AM hace bastante fresco y un ambiente apagado. Supongo ponerles ACDC a toda castaña a los vecinos tendría represalias. Son las pegas de salir tan pronto, decisión que por otra parte me parece acertadísima porque se evita el calor y pone a los últimos corredores sobre las 2AM en Segovia tras 21 horas de carrera, una hora no del todo canalla.
Fue una salida sin glamour, sin música pero con muchas ilusiones contenidas en esas miradas. Me encanta en esos momentos previos mirar las caras de otros corredores. Imaginarme sus dudas, sus fortalezas y sus circunstancias personales. Fantaseo con qué clase de corredores son. Pero sobre todos identifico su miedo, que es compartido. Es miedo propio en cara ajena.
Los primeros kilómetros atravesando para salir de Madrid se quedaron grabados en mi cabeza por lo bonito de la serpiente de frontales que iluminaba la noche. Los pedos mañaneros cuando corremos en fila india por algún sendero paralelo a la carretera de algún corredor nos sacan una sonrisa por momentos. El pelotón ríe y eso siempre es buena señal. Esos pedos me vuelven al pasado de niño cuando en la excursión competíamos a ver quien eructaba más tiempo. Gente sencilla con distracciones sencillas. El encanto de lo sencillo.
En el kilometro 43 tuve un subidón de alegría repentina. Comenzaba el abismo. Jamás había corrido esa distancia y cada metro era un nuevo record personal. Era como ligarse a la guapa del baile cada 10 minutos. Una fiesta continúa. Siempre algo que celebrar, Las bromas de los 4 mosqueteros iban en aumento respecto a mi verborrea y todos sonreíamos.
Probablemente jamás comeré unos macarrones como los que comí en Mataelpino (km50) donde la prudencia (si es que puede ser prudente ir a pie desde Madrid hasta Segovia) apareció fugazmente para decirme que 2 platos ya estaba bien para un estomago agradecido como el mío. Faltaba la mitad del camino pero seguíamos disfrutando de cosas sencillas. ¿Acaso hay plato más sencillo que unos macarrones? El encanto de lo sencillo.
En nuestro día a día no hay ninguna cosa que te genere más alegría que ver a la familia y/o los amigos. Pues imaginaros tras llevar 8 horas y pico con más de 60 kms en las piernas. El paso por Cercedilla fue balsámico por los abrazos recibidos. Cuando quieres a alguien es sencillo, abrázalo. Es el encanto de lo sencillo. Nuestro particular día en el campo llevaba ya 8 horas de aventura y cada sonrisa y cada cálido abrazo te aporta esa seguridad y confort maternal que no tienes desde hace horas.
Esa colección de camisetas amarillas un kilometro antes. Esa voz al megáfono subiendo pulsaciones. Esos abrazos de los enanos de la familia hasta con carteles de bienvenida. Y la entrada al polideportivo con una legión de sonrisas, de amigas de dos y cuatro patas dispuestas a que no te falte de nada. Para ser feliz en la vida basta con sentirse querido. Difícilmente nadie se sentiría más querido que yo, que nosotros. Es sencillo. Es el encanto de lo sencillo.
Quedan aun unos 40 kilómetros, distancia que recorrí unas 3 veces entrenando. Pero eso amigos, es otra historia. Disfrutad de las cosas sencillas. De el encanto de lo sencillo.
(CONTINUARA…O NO 😉
AGRADECIMIENTOS:
-A todos los voluntarios que nos dedicaron su tiempo y su sonrisa.
-A los Drinkingrunner por su apoyo total y su punto de animación a las puertas de Cercedilla y a Paco por su abrazo sincero en Colmenar Viejo.
-A Marketes y Quique por su apoyo logístico y sobre todo anímico.
-A Luis Arribas por enseñarme a controlar mi agüita amarilla
-A Nai, Maria, Paloma y todas sus amigas por el apoyo en Cercedilla.
-A Rai por elegirme como compañero de viaje. No es fácil pasar 15 horas a mi lado 😉 A Ceballos por compartir con nosotros su experiencia y por compartir viaje
-A José por su compañerismo. Arreglamos el mundo del 92 al 97.